viernes, 24 de abril de 2015

En memoria


Cada día, mi padre se levantaba a las 4 de la mañana, a veces a las 3:30. Dormía poco. Desde ese momento se bañaba, casi siempre con agua helada. Y se iba a trabajar, no paraba hasta el medio día. Tomaba una siesta y después seguía hasta las 5 de la tarde. Trabajaba como un enano, era radical en su pensamiento, a veces tosco, fuerte en sus argumentos, y al mismo tiempo de un corazón bondadoso, lleno de tristezas, amarrado a puros hierros para no dejarlo caer. La vida es dura, la vida es un aprendizaje continuo, y nos hacemos mujeres y hombres de nuestro tiempo, Luis fue uno.

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