lunes, 31 de agosto de 2015

La guerra está desplazando miles de personas hacia otros países de Africa, y claro, Europa. Las consecuencias y las historias dramáticas del desplazamiento parecen poca cosa ante la violencia y destrucción que conlleva la guerra. Miles cruzan agua, tierra, alambres de púas, policías, xenófobos y innumerables situaciones más. Muchos de ellos no llegan, ven a sus hijos, abuelos, padres, hermanos y otros familiares, amigos y conocidos del camino perderse en un desafío que al menos parece mejor que la violencia de la guerra. Europa debate entre diferentes posiciones, algunos aprueban acogerlos y brindar humanitariamente lo que deberíamos hacer con cada ser humano, otros apoyan retornarlos y reforzar las fronteras para evitar su entrada. Hay miedos de un lado y del otro. Mientras unos anhelan a tener una vida sin violencia, otros temen perder su seguridad. En esa dinámica es muy probable que la violencia brote con más fuerza en Europa. Me hace pensar en Saramago y su libro "Ensayo sobre la ceguera". Ojalá hubieran menos miedos y soluciones más practicas.

sábado, 8 de agosto de 2015

El idioma y otros dialectos


En algunos momentos se ha tratado de introducir en la ley holandesa la obligación de hablar sólo holandés en lugares públicos (fundamentalmente partidos de derecha). Un propuesta totalmente fuera de contexto en la sociedad holandesa, el idioma oficialmente es holandés. Pero aparte de eso se habla frisio, y un sin fin de dialectos, es una sociedad multicultural, y llena de turistas. Una chica holandesa me contaba ayer que ella vivió el Limburgo (otro idioma, algo parecido al holandés), y que sus compañeros de escuela se reían de ella, y una madre se atrevió a decirle que debía aprender a pronunciar de esa manera, ella nunca lo logró, y tampoco le interesó. Siempre hay alguien que cree saber cual es la norma correcta, ponernos en los zapatos de otros siempre será algo difícil de lograr.

jueves, 6 de agosto de 2015

Lo migrante en la vida cotidiana

Mientras estaba en el supermercado con mi hija un señor me preguntó: ¿Español? Yo le conteste muy afanada: sí!!!. Y todavía contenta le dije: yo habló con ella en español, porque es mi idioma materno, y mi esposo holandés. En un tono serio y algo así como juzgando mi mal comportamiento, él dijo: usted debe de adaptarse. Y yo me le quede viendo y trate de argumentar: nosotros educamos a nuestra hija en dos idiomas. Y él insistió: usted vive aquí en holanda, así que debe de hablar en holandés.  En su sombrero resaltaba un símbolo que asocié directamente con un  partido conservador. Y le dije: Eso es, usted es del partido de Wilders. Y él dijo: si vive acá debe de adaptarse. Y yo le respondí (ya entre risas): este es un país libre y democrático, y esa es su opinión y yo tengo la mía, por suerte usted puede expresar lo que piensa y yo también. Finalmente él dijo: déjalo. Y yo insistí: eso es, usted es del partido de Wilders, por eso. Y entre risas me fui, y le dije adiós, en español claro.  

martes, 4 de agosto de 2015

La expresión de lo nuevo en lo cotidiano

La escritora Karin Amatmoekrim es una surinamesa-holandesa, una emigrante a pesar de vivir acá desde sus 4 años, ahora tiene 38. En una entrevista (Volkskrant, 4 augustus) relata un pasaje interesante. Dice que se fue de vacaciones a esquiar a Suiza con los amigos de su esposo, un americano-holandés. Su esposo y sus amigos hacen deporte de invierno desde su niñez, para ella era la primera vez. Ella no se atrevió a saltar con su "snowboard" desde las montañas suizas mientras los amigos de su esposo nadaban como peces en el agua (fría). En la noche, durante la tertulia, uno de los amigos le dijo a Karin que probara alguna vez algo nuevo (esto en relación a que no se atrevió a esquiar). Ella dice que en ese momento explotó, que ella venía del otro lado del mundo, había vivido en los barrios de obreros en Holanda y que había visto todos los lados de este país, y que ahora estaba ahí en Suiza, donde ellos han esquiado toda la vida, y se atreven a decirle que debe de probar algo nuevo, cuando en realidad lo que hacía ya era nuevo. Un relato interesante que puedes posicionar en muchas situaciones de migrantes. Lo normal para unos es para nosotros algo totalmente nuevo, y cada día estamos haciendo cosas nuevas que son normales para los otros, como este complejo idioma. Con cariño para tantos más migrantes que aprenden a diario, yo por mi parte sigo sigo sin ser fan de los deportes de invierno, las vacaciones tienen para mí un signo enorme de sol. Y como muchos, aún tengo una lista larga de cotidianidades que aprender.