martes, 26 de abril de 2016

La ballena de loa abrazos

Mis hijos subían y bajaban de la panza de mi padre, no hay duda, era definitivamente una hermosa ballena. También colgaban de su espalda, y ahí se sentaban con mucho placer, él disfrutaba de tener a sus nietos encima de su cuerpo, agachaba su cara mientras un niño de 4 y una niña de 5 años subían y bajaban sin cesar mientras él simulaba hacer una siesta. Rafa también disfrutaba de darle abrazos, a esa ballena era hermoso darle un gran abrazo. Y yo, sin duda recuerdo esos abrazos, me quedaban cientos de brazos entre su larga cintura, y ese sentir de dos grandes manos que cuidaban de mi vida. Sin duda mi padre, Luis, se dejó querer y nos dejó quererlo, y en eso que llamamos vida cerró varios ciclos que un día como hoy le dieron vida. Abrazos a la vida de quién nos dio vida, y en su compleja vida dejó siempre cabida para la ternura.

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