Juan
Gabriel no era mi cantante preferido. Mi, alguna vez, radicalidad, me llevaba a
rechazarlo. Mi padre era más radical que yo, sin embargo le encantaba aquel
mexicano de dulces ademanes, y a mi madre ni se diga, su voz y su letra le hacían
vivir. Hoy es Juan Gabriel en mí una nostalgia, una dulce nostalgia que abraza
mi corazón. Me recuerda tardes de domingo en casa, a mi madre con una sonrisa de
oreja a oreja, y mi padre disfrutando de aquel show. Que en paz descanse quién
animó tantos corazones y me toca agradecerle tan hermosa nostalgia familiar.
Lo cotidiano es lo de todos los días, intranscendental, parece, pero es el proyecto que llamamos vida. Sobresaltos a veces, esporádicos, pero también de este quehacer de la vida.
martes, 30 de agosto de 2016
viernes, 26 de agosto de 2016
Burkini un tema espinoso
He estado siguiendo la discusión sobre la prohibición del Burkini (burka+bikini) en Francia, un tema muy espinoso, con muchas caras y complejidades. Por un lado creo que prohibir la utilización del burkini en lugares públicos muestra la politización del tema, la prohibición indica que la vestimenta de estas mujeres afecta -desde la perspectiva de ciertos sectores- el espacio público, indica también la intensificación de la polarización entre los grupos, y muestra la poca tolerancia desde ciertas instancias del Estado hacia esta cultura. Por otro lado, cuando veo una mujer vestida de pies a cabeza con una burka, en una sociedad Europea me saltan dos sentimientos: fortaleza, tienes que tener los pies bien puestos en la tierra para caminar con orgullo con ese traje en sociedades que empieza a verlas como hostiles, y dos, mi lado feminista salta, y cuestiona la libertad de la mujer y sus derechos. Otra reflexión que me salta, es que cada vez me doy más cuenta de lo poco que sé sobre el islam y todo el bagaje cultural y religioso de por esos lares, a pesar del impacto impresionante que tienen sobre las sociedades Europeas en estos momentos. Y esto apenas comienza.
jueves, 4 de agosto de 2016
En honor a Pável
Llevaba siempre un sonrisa abrazada al rostro. Aún cuando se hizo largo y la vida le exigió hacerse adulto reía como un niño. Algo en su interior renegaba profundamente hacerse adulto, los estudios eran un rompecabezas, el trabajo en colectivo y la militancia eran toda una exigencia que no se adecuaba a su personalidad. Pável vivió con intensidad aquel lado hermoso de los nicaragüense: comida, bacanal y socialización. Aún así le tocó hacerse crecer en aquel tiempo de guerra, y algo en su rostro desapareció. Hoy en día, esa alegría y esa sonrisa la llevó amarrada en el baúl de mis recuerdos, esta es una de las mejores herencias que me dejó mi hermano. Hoy cumpliría años, y en su honor vale la pena reír.
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