jueves, 4 de agosto de 2016

En honor a Pável

Llevaba siempre un sonrisa abrazada al rostro. Aún cuando se hizo largo y la vida le exigió hacerse adulto reía como un niño. Algo en su interior renegaba profundamente hacerse adulto, los estudios eran un rompecabezas, el trabajo en colectivo y la militancia eran toda una exigencia que no se adecuaba a su personalidad. Pável vivió con intensidad aquel lado hermoso de los nicaragüense: comida, bacanal y socialización. Aún así le tocó hacerse crecer en aquel tiempo de guerra, y algo en su rostro desapareció. Hoy en día, esa alegría y esa sonrisa la llevó amarrada en el baúl de mis recuerdos, esta es una de las mejores herencias que me dejó mi hermano. Hoy cumpliría años, y en su honor vale la pena reír.

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