En mi
memoria queda una mujer delgada, larga y de ojos vivos. Sin duda de un carácter
fuerte y con mucha dulzura a la vez. Su energía era vibrante, y casi todos nos quedábamos
atrás. Recuerdo que se levantaba a las 5 de la mañana y salía a correr, regresaba
y con música de Silvio y Pablo levantaba a media casa, se bañaba, y a las 6:30
iba para el instituto. Fue buena estudiante e iba a la cabeza de diferentes movimientos
sociales. Cortó café, contó algodón, se enamoró y se fue a hacer lo que en aquel
entonces llamamos revolución, y que terminó en cualquier otra cosa menos
aquello que soñaba. Sin duda vivió con intensidad, con amor, la amamos y nos amó,
y hoy toca recordarla, y pese a la tristeza que causa su ausencia, la guardo en
mi corazón con amor y también con mucha alegría. En honor a Tamara Melara
Minero, mi hermana.
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