Juan
Gabriel no era mi cantante preferido. Mi, alguna vez, radicalidad, me llevaba a
rechazarlo. Mi padre era más radical que yo, sin embargo le encantaba aquel
mexicano de dulces ademanes, y a mi madre ni se diga, su voz y su letra le hacían
vivir. Hoy es Juan Gabriel en mí una nostalgia, una dulce nostalgia que abraza
mi corazón. Me recuerda tardes de domingo en casa, a mi madre con una sonrisa de
oreja a oreja, y mi padre disfrutando de aquel show. Que en paz descanse quién
animó tantos corazones y me toca agradecerle tan hermosa nostalgia familiar.
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