El Papa
no va borrar físicamente la frontera entre Estados Unidos y México, pero por un
momento va crear un espacio para unir voces y pensamientos en contra de la
violencia, se va a acercar desde el ejercicio máximo del poder de la iglesia a
aquellos que casi nadie mira, va a crear esperanzas, y unificará sin duda
solidaridad y sentido dentro de grupos que ya trabajan arduamente en este
proceso. Pero también va a llamar la atención sobre aquellos que ejerce poder,
cuestiona tanto a los carteles de la droga como a los gobiernos de la región.
El Paso, en Ciudad Juárez, ha sido escenario –entre otras cosas- de violencia,
migración y disputa de los carteles de la droga. Escenario que se repiten sin
duda en la región, veamos: Honduras, Guatemala y El Salvador. Por un momento
alguien con poder ha volteado su mirada, y para muchos eso creará esperanza,
aunque las fronteras sigan ahí.
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