En memoria de Pavel y cada uno de los muertos que la guerra quiero dejar estas palabras en la memoria. Quiero dejar un recuerdo cotidiano, un Pavel más humano, tal como lo recuerdo yo:
A mi hermano le tocó salir a los 11 al exilio. En Nicaragua creció en medio de aquello llamado revolución. A Pavel le encantaba el bacanal (como dicen los nicaragüenses), y no despreciaba un buen cigarrillo ni una buena bebida. Le encantaba comer sin vergüenza, y apreciaba sin dudar una buena pizza tanto como rimero de tortillas y un plato de frijoles.
Aquél exilio triste que encontramos en algunos poemas de Benedetti, no hicieron eco en la vida de mi hermano. Nicaragua fue sencillamente linda, una experiencia interesante que marcó su vida. Le tocó ir a las cortas de café en Matagalpa y Jinotega, y también a algunas de algodón. Se fue a entrenar a las milicias y participó en el grupo de la Juventud Comunista. Y entre militancia, adolescencia, estudios y bacanales pasó el tiempo en Nicaragua.
Hoy hace 26 años nos dijo adiós en medio de una guerra y miles de muchos muertos más.
Aquél exilio triste que encontramos en algunos poemas de Benedetti, no hicieron eco en la vida de mi hermano. Nicaragua fue sencillamente linda, una experiencia interesante que marcó su vida. Le tocó ir a las cortas de café en Matagalpa y Jinotega, y también a algunas de algodón. Se fue a entrenar a las milicias y participó en el grupo de la Juventud Comunista. Y entre militancia, adolescencia, estudios y bacanales pasó el tiempo en Nicaragua.
Hoy hace 26 años nos dijo adiós en medio de una guerra y miles de muchos muertos más.
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