Lo cotidiano es lo de todos los días, intranscendental, parece, pero es el proyecto que llamamos vida. Sobresaltos a veces, esporádicos, pero también de este quehacer de la vida.
jueves, 13 de octubre de 2016
El otoño
Ya llegó el santo frío, ese que cada año cala los huesos, ese que hiere y abraza, ese que no te deja ir a fuera sin un par de centímetros de algodón atados a la piel, ese que cuando abres la boca construye una nube condensada y te recuerda la ley de la física. Los árboles dejan caer su manto, el que cubre raíces para guardar un poco de calor en invierno. El día pierde luz, la oscuridad le gana a aquello que llamamos día. El baúl repleto de guantes y gorros despierta de aquel sueño de verano, y las velas alumbran el interior de las casas. La vida se envuelve, se arropa, se guarda para cruzar el invierno. Bienvenido el otoño, y ojalá el solecito interior y la energía sobreviva hasta el próximo verano.
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