Lo cotidiano es lo de todos los días, intranscendental, parece, pero es el proyecto que llamamos vida. Sobresaltos a veces, esporádicos, pero también de este quehacer de la vida.
lunes, 6 de junio de 2016
Dedicado a mi flor y mi ballenato:
En casa hay un altar, un altar de muertos, una tradición de mi herencia mexicana. El altar contiene fotos, flores y objetos, es una agrupación de recuerdos envueltos en símbolos. Además tiene luz, velas que iluminan y dan energía. A través del altar miramos atrás, recordamos pequeños momentos de aquellos que hemos queridos y aún queremos, nos conecta a nuestro pasado con otros, conecta nuestro presente al futuro. Hace un año de la partida de mi madre, y en un par de días más, y serán 7 años de la partida de mi padre. El altar es en honore a ellos. Un altar que conecta muerte y vida, una pequeña parte de la historia de dónde venimos y que somos. En mi caso, estos días son para recordar y celebrar, celebrar que he compartido con aquellos que he querido y me han querido, aquellos que me han dado vida.
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