La
historia debe ser revisada y contada cuantas veces sea necesaria. El tiempo
disminuye los dramas y va dejando vacíos. Las historias, los monumentos,
símbolos y memorias nos dejan ver sólo un pequeño trozo de lo que ayer ocurrió.
No está
de más reconocer que Roberto d’Aubuisson fue una figura importante en la vida
del país, tal como lo menciona su hijo (Ver: La Página, http://www.lapagina.com.sv/entrevistas/106338/Roberto-d´Aubuisson-Mi-padre-es-una-figura-historica-en-el-pais).
Fue sin duda una figura que marcó la vida del país. Organizó y dirigió uno de
los partidos de derecha más poderosos, y fue presidente de la Asamblea
Legislativa (1983). Pero además se caracterizó por un discurso incendiario,
polarizado y agresivo. Según la Comisión de la Verdad (1993) estuvo involucrado
en el asesinato de Monseñor Romero, y organizó, colaboró y participó con un
grupo de escuadrones de la muerte que operaban desde el ejército. Reitero: nadie
puede negar la importancia de D’Aubuisson en el país. Para la derecha fue la
bisagra, el pegamento de su fragmentación, el líder que la posicionó en el
juego político. Para la Democracia Cristiana fue el político que minó su
proyecto y le hizo la vida de cuadritos en cada elección, el PDC no la tuvo
fácil. Para izquierda fue el escuadrón de la muerte por excelencia.
Si
algún día le ponemos (como país) este nombre a alguna calle, en El Salvador
muchas cosas son posibles, no hay que olvidar el por qué de la importancia de
este nombre, y la importancia para quién.
No hay comentarios:
Publicar un comentario